martes, 8 de noviembre de 2011

Pan Am S01E06 - James Bond en Sex and the City

Canten con nosotros:

Braaaaasiiiiil, na-na-na-na-na-na-na-naaaaaaaaaa. Etc, etc.

Estamos en Río.

Con este bonito fondo musical (recuerden, no dejen de cantar), imaginen una versión femenina pero azucarada, impecable, azul, de James Bond.

Esta variante cuidadosamente plastificada revolotea alrededor de un diplomático yugoslavo con el 30% de su cerebro, mientras dedica el otro 70% a vigilar su peinado, no vaya a ser qué.

Si James Bond hubiera hecho un cameo de pelo largo por Sex and the City repartiendo su tiempo entre el espionaje y los escaparates, nos habría salido seguramente algo parecido a esta serie cuyo mayor mérito parece alargar la mano hacia el público que sigue con rigor episodio tras episodio de cosas como, digamos, True Blood, otra especialista en utilizar una buena premisa de la manera más pueril y estupidizante posible.

Pero no todo va a ser repartir látigo, sabemos que Pan Am es entretenida y tiene algunos méritos. También le quedan algunos fans, un grupo nutrido aunque decreciente, a juzgar por sus cifras americanas.

El personaje de Colette sigue siendo de largo lo mejor del show y aquí y allá vemos detalles de época que nos siguen causando gozo y por qué no, algo de envidia también.

En esta linea histórica es interesante lo relativo a Goran Visnjic, el nuevo "trabajo" de Kate. Asistimos a la comparación de sus sentimientos patrióticos con el hecho de que, bien, Yugoslavia no existe desde hace tiempo, lo que da lugar a una melancolía valiosa en la ficción, y difícil de obtener.

Seriamente, este es un triunfo no pequeño para los guionistas. Lástima que estos momentos no se prodiguen algo más en Pan Am. Pero ya sabemos, televisión en abierto, los programadores no confían demasiado en su público.

A medida que el personaje de Colette crece la sensación de que la presencia de Christina Ricci no tiene mayor justificación que la de incluir un rostro conocido para las promociones y el lanzamiento del show es mayor, si bien esto es una buena señal.

Como ya hemos señalado alguna vez en Celesteland, la buena televisión (¡vamos Pan Am, tú puedes hacerlo, empuja un poco más!) se caracteriza más por descubrirnos joyas de casting no muy famosas que por aprovechar grandes intérpretes Que Todos Conocemos (lo sé, John Goodman come aparte).

De modo que toca fijarse mucho en Colette y desestimar otras cosas. No, no me refiero Brasil, eso es imposible.

Pero este Bond que le pone azúcar a los martinis debería coger un avión azul y perderse en, digamos, un culebrón venezolano.

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