Dexter sigue desganado; y yo con él. Y eso que sigue teniendo ese encanto, esa capacidad para enganchar, ese don que me hace incapaz de dejarla. Pero hay que reconocer que no consigo que esta sexta temporada me motiva como lo hicieron las demás. Y es que Dexter no termina de remontar, hasta investiga sin ganas. No vemos esas escapadas en mitad de la noche, esas vigilancias eternas para conocer mejor a su siguiente víctima.
Ahora vemos a Dexter subirse a un coche, amenazar a su posible víctima, descubrir que no es culpable, le habla de su pasajero oscuro y le deja ir...¿qué es eso? Ni siquiera su diálogo interior de “él me llevara al verdadero culpable” resulta creíble. Y Harry, ¿dónde está Harry? ¿Por qué casi ya no aparece? ¿Está Dexter realmente perdiendo el interés por matar? ¿Las cosas se han puesto más difíciles? ¿O también le es prácticamente imposible conciliar su vida familiar con sus labores de asesino en serie? Si es que la crisis nos afecta a todos y Dexter a veces parece demasiado cansado como para andar por ahí matando gente. Ahora hasta termina por hacerse amigo de sus víctimas potenciales como ya vimos la semana pasada con “brother Sam”. Y claro, una cosa es un acercamiento entre Sam y Dexter y otra mantenerlo ahí de por vida como su BFF. Esa situación era inviable e insostenible y claro, tres tiros a bocajarro como colofón, y único sobresalto, de un capítulo más bien aburrido.
El resto de la comisaría no está mucho mejor. Llega un chico nuevo a la oficina ordenado, disciplinado y se encuentra este show de gente desequilibrada, vaga o sin ningún tipo de orden ni disciplina...empiezo a pensar que tiene que ser el clima de Miami porque si no no es normal lo de esta gente.
Empezando, por supuesto, como todas las semanas últimamente, por Quinn: ¿qué le pasa a este chico? Se está ganando a pulso que le echen de la comisaría: desobediencia, alcohol, drogas, sexo...y ahora todo ello junto pero además con una persona que puede formar parte de una investigación; nunca había oído su nombre de pila tantas veces antes de que apareciera esta chica. Y Ángel a su lado con cara de querer estar en cualquier otro sitio y sobre todo que no se entere Debra.
Y hablando de Debra...¡patinazo! Cuando en una serie necesita dar un giro y no sabe como, se mete una escena que no pinta nada y se quedan tan anchos. Ejemplo: la discusión que propicia que Debra busque casa nueva. Realmente hacía falta que la pequeña de los Morgan dejara de vivir en el apartamento, pero...¿a qué vienen de repente esos gritos? Solo les ha faltado tirarte de los pelos. Y de repente de la nada surge una casa maravillosa, manchada de sangre, de momento, pero ideal para que la Teniente Morgan rehaga su vida.
Y junto a ella para ver la casa: Mike Anderson, ese hombre recto al que el dueño confunde con el novio de Debra y que él mismo se encarga de aclarar que su mujer está en Chicago. ¿¡Casado!? Este grito interrogante era lo que significaban los ojos de Debra al oír esas palabras salir de su boca.
Otra relación difícil para Debra y van...no se, son innumerables. Lo que está claro es que algo va a pasar; tan claro como que Brother Sam tenía todas las papeletas para que le ocurriera algo. Habrá que ver la reacción de Dexter al enterarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario