martes, 8 de noviembre de 2011

Boardwalk Empire S02E06 - Realidad y ficción comparten unas copas

Un momento para disfrutar en este episodio de Boardwalk Empire: Durante una entrega de licor dos grupos de gangsters rivales deciden respetar un pacto de no agresión, temporal y tenso, pero pacto, y el whisky cambia de manos como estaba previsto. El whisky y algo más.

Lo fascinante, y si se quiere tangente al metalenguaje, es que es un pacto entre dos bandas que habitan reinos distintos:

De un lado los hombres de Nucky, acosado de manera redoblada por sus problemas y sus enemigos, que vienen a ser todo la misma cosa (este hombre no tiene problemas que no tengan nombre y apellidos, cosas del poder y del dinero, probablemente). Ellos pertenecen al mundo de la ficción, son un grupo de gangsters que podemos imaginar que existieron, que quizá fueron, pero que sólo tienen carta de naturaleza en la ficción de HBO.

Del otro lado los hombres de Lucky Luciano, un kingpin muy real y sobre el que hay toneladas de información repleta de detalles horribles y también fascinantes. Los criminales de verdad y los de mentira se mezclan y, por así decir, comparten un trago, ponen en marcha nuestra concepción de lo que fueron y la fijan con la firmeza de la que sólo la ficción bien narrada es capaz. Es decir, probablemente para siempre.

El juego sirve tanto para dotar de credibilidad a la ficción de BE como para recordarnos que cualquier exceso que veamos en la serie... ha ocurrido de manera mucho peor en nuestra historia, y por lo tanto sigue ahí, esperando un ojo que lo vea. Aunque sea el ojo un guionista cumpliendo con su horario.

En otro orden de cosas, el agente Van Alden que aquí tanto nos fascina está listo para dar un triple salto moral con su esposa haciendo la estatua, en lo que parece una bomba narrativa cuya onda expansiva durará, como mínimo, hasta el final de esta temporada.

Los ecos de este personaje y la batalla que libra en su (torturada) consciencia nos recuerdan el eco de algunos personajes dostoyevskyanos, de aquellos que se atormentaban divididos entre sus escrúpulos religiosos y las elecciones suavecitas del infernal mundo moderno...

En todo caso a nuestro agente federal le espera una sorpresa rotunda que previsiblemente habrá de ser igual de grande para el espectador. Sorpresa que, por otro lado, más que cerrar un camino, abre otros mucho más interesantes. ¿Hasta dónde llevarán, y que hará Van Alden cuando llegue?

Francamente, a pesar del detallado retrato de época, del lujo desatado en vestuarios y fotografía, y de las peleas gangsteriles y los (no muy expresivos) esfuerzos de Buscemi, encontramos en este personaje y sus avatares el punto más fuerte de la serie, lleno de promesas.

Si Van Alden realmente se asemeja en algo a aquellos personajes rusos nos tememos que esto no va acabar nada bien. Para Van Alden, queremos decir. Para el espectador, estupendamente. Seguiremos informando.


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