Atención: Este comentario es para los que estén siguiendo la serie The Big C cuando se emite en los Estados Unidos. Sepan que continuar leyendo puede revelar datos y algunos spoilers.
El año pasado la cadena Showtime en una astuta estrategia de programación puso como pilares de sus lunes cuatro series, emitidas de a pares, con fuertes protagónicos de prestigiosas actrices: la precursora Weeds, Nurse Jackie, The United States of Tara y completó con The Big C , una comedia dramática encabezada por Laura Linney.
Linney es una de esas actrices que nunca fue una estrella pero siempre resulta consistentemente solida, y con sus credenciales sobre el escenario, películas y ocasional TV suele atraer a talento de primer nivel a su trabajo.
Apoyada entonces por un excelente elenco, se estreno entonces la serie que intentaba encontrar el humor en un tema que tiene poco de humorístico: el cáncer. El personaje de Linney, Cathy tiene un diagnostico de melanoma de tipo 4, lo que le da muy pocas posibilidades de supervivencia.
Planteado esto, y nunca cayendo en el golpe bajo, la solución mágica o el extremo optimismo, la serie mostró durante toda su primer temporada a Cathy intentando navegar su nueva situación al tiempo que se la ocultaba a los que la rodeaban, salvo a su malhumorada vecina Marlene (Phyllis Sommerville).
Pero en este conflicto estaba también la trampa: si la serie había de continuar, no se podía matar o dañar demasiado a su protagonista, por lo que los conflictos pasaban mas por el elenco secundario: su neurótico marido, su hijo adolescente, una alumna de secundario de Cathy (la nominada al Oscar Gabourey Sidibe), su hermano clínicamente bipolar, y así. El resultado era agradable y con mucho potencial, pero había baches argumentales que resultaban difíciles de obviar. Para los dos últimos episodios, sin embargo, algo había hecho un clic diferente: el secreto de Cathy se caía, su relación con Andrea su alumna presentaba un conflicto interesante (con el triangulo creado con otro invitado, Idris Elba), su hermano empezó una complicada relación con una vieja amiga de Cathy ( Cynthia Nixon, de Sex and the City) y en una vuelta de tuerca con Marlene que imponía una reflexión.
Ahí es donde retoma la segunda temporada, definitivamente orientada a la comedia, y con una dirección más ajustada, moviendo al elenco secundario más cerca (el hermano homeless ahora vive enfrente, Cathy y su marido casi “adoptan” a Andrea ) lo que hace que las situaciones sean menos forzadas.
Aparece también un nuevo personaje, Lee (Hugh Dancy), un “cáncer buddy” para Cathy que siempre está en el borde entre una postura zen y el cinismo que era propio de Marlene, que permite a Cathy explorar aspectos que no puede con su familia. Lee, abiertamente gay y con una activa vida sexual, es también el catalizador para uno de los temas centrales de la temporada, que es el sexo: Cathy y su marido, su hijo debutando, su hermano Sean y Rebecca (Nixon), Andrea y su nuevo novio…
Sí es claro que la falla estructural de la serie (“Cathy tiene que sobrevivir”) sigue presente, por lo que hay drama no relacionado con el cáncer por el lado de Sean y Rebecca y ya se puede anticipar que Lee va ser la víctima que va a hacer reflexionar a Cathy sobre su propia mortalidad.
Aun así, muy recomendable, y generando expectativas para la temporada 3, quedan 3 episodios para resolver esta temporada.
The Big C se emite por la cadena Showtime los lunes por la noche en los Estados Unidos. El próximo lunes 5 no saldrá al aire por ser fin de semana largo por allí.
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