El final de la segunda temporada de The good wife nos dejó entrever que probablemente Alicia en estos nuevos capítulos iba a tener poco tanto de “good” como de “wife”. Y no iban desencaminados: los primeros minutos nos descubren a una Alicia renovada, feliz, relajada, casi bailando al ritmo de la música extradiegética que acompaña su camino al despacho. El día posterior a su encuentro con Will en el hotel es uno de esos días en el que parece que e lmundo ha decidido componer una banda sonora para ti y lo único que puedes hacer es mover los pies al compás. Es el primer día de la nueva vida de Alicia: nueva vida personal y laboral, sigue subiendo escalones en su profesión aunque parece que tanto el bufete como el tribunal suponen a veces una bofetada de realidad para ella.
Peter también nota el cambio de Alicia aunque finja no importarle; Eli lo nota, Cary lo nota: todo el mundo ve a la nueva Alicia. El problema es: ¿le gustará al espectador la nueva Alicia? Esa que parece haber pasado del enfado a la indiferencia personal con Kalinda, casi como si la hubiera perdonado sin querer. Total, Peter ya no importa. Ahora es Kalinda la que ha decidido no arrastrarse y volver a su frialdad inicial. Volvermos a Kalinda más tarde.
Lo que hace grande The good wife es que sus personajes crecen, evolucionan, pero sin contradicciones, sin incoherencias de guión: Peter está dolido y ahora tiene poder; lo usará para hacerse fuerte frente a Alicia, profesionalmente hablando, claro está. Cary es un superviviente en un mundo salvaje, lleno de buitres. Quizás muchos espectadores le odien; a mi me parece un ganador capaz de pasar por encima de quien haga falta para lograr sus objetivos. Tenía que terminar, irremediablemente, cerca de Peter.
Hablábamos de Kalinda a la que vemos en esta tercera temporada más cercana a la Kalinda de la primera temporada y alejada de la de la segunda temporada. Esa Kalinda cercana, capaz incluso de hablar un poco de si misma que vimos la temporada pasada, abriéndose a Alicia, ha desaparecido dando lugar de nuevo a una Kalinda fría, oscura, metida de nuevo en ese agujero personal en el que nadie sabe y nadie entra; donde no se siente ni se ama. Los silencios de Kalinda son tan magistrales como sus frases cortas y lapidarias.
Los personajes de Will y Diane permanecerán estables (de puertas para afuera) mientras se mantenga la relación entre Alicia y Will de puertas para adentro. En cuanto empiece a saberse o sospecharse algo, los dos socios del bufete explotarán cada uno hacia un lado o probablemente uno frente a otro.
Pero, ¿qué pasa realmente con Alicia? Los espectadores mostraban opiniones a favor y en contra de que realmente surgiera una nueva Alicia. Pero la nueva Alicia no es tan nueva a fin de cuentas y lo vemos en la última escena del capítulo. Una cosa es tener un romance apasionado con tu ex compañero de universidad y actual jefe y otra muy distinta es hacerlo real. Hacerlo real no quiere decir, en este caso, hacerlo público. Mucha gente tímida dice que hay veces que tiene miedo a decir ciertas cosas porque cuando las dices en voz alta se convierten en real. Para mi, la duda de Alicia de abrir la puerta al final del capítulo es eso: meter a tu amante en tu casa, en la cama donde dormías con el que sigue siendo tu marido, en el sofá donde compartes charlas con tus hijos, te convierte, oficialmente, en una adúltera. No es que de la otra manera no lo fuera, y no seré yo quien juzgue su actitud, pero ese paso supera unos límites que a Alicia siempre le ha costado cruzar. Así que la “good wife” puede ser cada vez menos “wife” pero, aunque adúltera sigue siendo bastante “good”, casi tan “buena” como la temporada que nos queda por delante.
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