martes, 20 de diciembre de 2011

2011: el año que aprendí a decir “no”.



Las series en general, son tramposas: nos enganchan con sus argumentos y sus “cliffhangers”, nos encariñan con sus personajes, y nos hipnotizan con su regularidad y previsibilidad. Empiezan cada Septiembre si son anuales, muchas de las de cable alrededor de Julio. Si son de las grandes cadenas, sabemos que para Noviembre, Febrero y Mayo son los “sweeps” donde se fijan los precios para los anunciantes, así que es cuando “pasan las cosas importantes” y aparecen los invitados especiales. En las series más cortas, el episodio 6 seguramente nos trae una vuelta de tuerca.
Y así, cuando menos lo esperamos, somos adictos. No podemos dejarla. Vemos, razonamos, que aquella serie con la que nos encariñamos hace un par de temporadas pegó un bajón serio de calidad, y sin embargo, seguimos viéndola. Piezas clave de los elencos se van, y seguimos viendo.  Al final de una temporada 7, pensamos “este concepto no da para más”, y seguimos viendo.
Bueno, el 2011 fue el año donde yo, por lo menos, aprendí a decir NO. Y créanme, es adictivo, tan adictivo como las series mismas. De un día para otro dejamos una serie, y eso hace que nos replanteemos otra, y así sucesivamente, hasta que de repente tenemos tiempo para ver películas o leer libros.

El proceso en realidad empezó con la transición de la temporada 2010-2011 (como les decía, el reflejo condicionado de empezar el año televisivo en Septiembre). Hace seis años que seguía religiosamente Desperate Housewives. Y por lo menos tres  que me venían quejando de lo insoportable que era. Bueno, en algún momento pasada la primer tanda de sweeps, me encontré frente a la tele pensando “que hago mirando esto”, así fue como la deje. Fue raro. De repente, un hueco.  Como buen adicto,  siguiendo la prensa y lo que se comentaba sobre la serie. Un recap por aquí o por allí, como para no caer en la abstinencia. La gente con la que uno la comentaba habitualmente me empezó a preguntar si estaba bien. Y estaba bien. Mejor que nunca por haber cortado un mal habito. Ni siquiera el anuncio de que la siguiente temporada seria la final de la serie me hizo volver.

Claro, una vez que se empieza… no se para. Siguió House. Soy de los pocos que recibieron el romance House-Cuddy como algo que podía revitalizar el programa. Error. Mientras la temporada avanzaba, era como ver un accidente de tren: no podía despegar los ojos, pero con conciencia plena del horror en frente mío. Parecía que las ratas estaban abandonando el barco además: Thirteen reemplazada por Masters (¿Masters? ¿Quién necesitaba a Masters?). House cada vez más errático. Y en el tramo final, empieza la pavada. Para cuando House se caso con la inmigrante, el destino ya estaba sellado. Ya no estaba ahí para el infame episodio de la “auto operación”. Para cuando PSYCHOHOUSE estrellaba autos contra casas, afortunadamente ya estaba en la vereda de enfrente.
Otras fueron cayendo por el camino: ¿Weeds en Nueva York? Eutanasia. ¿Tara? Me adelanté a la decisión de Showtime de cancelarla. Me sentía fuerte, sano. Para el comienzo de esta temporada, creo que solo me quedaba una duda: Glee.

Ryan Murphy es consistente por una sola cosa: ser inconsistente. Y por tirar toda la carne al asador de entrada, y después no saber qué hacer. La temporada 2 fue dolorosa, pero algo de la militancia GLTB me hacia continuar. La temporada 3 empezó con algunos intentos de arreglo argumental, pero con otros problemas. Hasta me tomé el trabajo de escribir algo al respecto aquí en Celesteland. Pero no hay cantidad industrial de canciones de Adele que me hicieran cambiar de curso: claramente no soy la audiencia del programa, y como quien se saca una curita, la arranque de un tirón. Y ahora estoy más tranquilo.
Sé que no es para todos, pero se los recomiendo. Ahorren ancho de banda. Ahorren tiempo. ¿No saben cómo hacer para agregar Homeland a su Schedule de series? Bueno, tal vez es hora de dejar Grey’s Anatomy. ¿Todos les hablan de lo graciosa que es Parks and Recreation? Bueno, si dejan de ver al zombie de Two and a half men, ahí tienen la media hora que les faltaba. Resolución para el 2012: digamos que NO.  

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Amen!!!
    Lo he dicho por años, simplemente hay que dejar de ver, no se gana nada siendo fan obstinado.
    Aprendi esa dura leccion despues de forzarme a las ultimas 5 temporadas de "Charmed"

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  2. Muy buena nota!!! La verdad que estás en lo cierto: una vez que le decis que no a una serie empezás con el resto y se vuelve adictivo.

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