Si Juan Trippe, histórico jefazo y uno de los padres de la verdadera Pan Am pudiera ver esta serie, también pensaría que aquí hay un problema. Uno gordo.
Veamos. Comenzamos la serie basada en una especie de glamour nostálgico por una edad de oro que sólo existió a medias, una época de pleno empleo durante la cual viajar era una aventura y las azafatas aún no vendían cupones de bingo durante del vuelo si no que regalaban deslumbrantes sonrisas disparadas desde físicos sanos y hermosos, conscientes de un empleo de privilegio, ignorantes del miedo, felices.
Para aderezar la propuesta inicial nos regalaron dosis generosas de ritmo y nos prometieron que la cosa iba un poquito en serio, que veríamos personajes con fundamento y hasta una trama horizontal de espías para darle una pizca de pimienta y de
jaimsbonismo a lo que se introducía como un producto solvente, prometedor.
Así despegó el avión de Pan Am.
Conforme pasaban los episodios el avión, en lugar de ganar altura, la fue perdiendo.
Hubo alguna falsa alarma, sí, aquí y allá, pero nada. Tras la altura, el avión también ha ido perdiendo el rumbo y, de paso, se ha dejado a casi la mitad de su audiencia en el camino.
Superficialidad descarada, tramas increíbles, personajes que pueden vivir o morir, o desaparecer sin una explicación, porque son irrelevantes. Tan azules como absurdas.
En el capítulo de hoy de nuevo tenemos nuestras tontas dudas de espionaje y nuestras chicas bobas que se muerden los labios mientras tiran del borde de su falda... para no ir a ninguna parte.
Los sucesos del capítulo son tan irrelevantes, y la evolución de sus personajes tan escasa (inexistente sería más exacto) que podríamos cambiar unos por otros sin que el transcurrir de la serie se viera en absoluto afectado.
Hace algunos episodios indicábamos aquí que comparar una serie de calidad con Pan Am era comparar una aventura con un parque temático. Por lo visto varios episodios después, aquélla fue una expresión demasiado generosa. Dora La Exploradora tiene aventuras mucho más excitantes.
Hace años el ritmo y el reparto coral, junto con una reconstrucción de época cuidada le hubieran bastado a los creadores de la serie para generar un pequeño clásico, a pesar de la falta de interés y carisma de la mayor parte de los personajes. Con menos se han hecho fortunas.
Hoy, entre las series verdaderamente buenas e Internet han hecho eso imposible. El avión de Pan Am ya sólo puede estrellarse y a la luz de las llamas, bailaremos para celebrarlo.
Que pase el siguiente.
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