En esta
oportunidad, hablamos de esta serie que acaba de comenzar su segunda temporada.
Intentaré no spoilerear mucho, pero al basarse en hechos reales, ¡tampoco hay
muchas novedades!.
Rigor histórico
aparte, los capítulos nos cuentan el ascenso de Rodrigo Borgia (Borja) a Papa y
lo que hace, junto con sus hijos, para mantenerse como cabeza de la Iglesia Católica.
Esto implica desde corrupción hasta asesinato, ya que como les comentaba en el
título, se trata de gente muy (poco) normal.
La historia
transcurre a partir del año 1492 cuando esta familia de origen valenciano “toma”
el Vaticano y corrompe a “troche y moche” para alzar y mantener a Rodrigo (un a
veces sobreactuado Jeremy Irons) en el poder.
Su hijo
Cesar (Francois Arnaud) es nombrado rápidamente Cardenal y lo ayuda en todo,
con énfasis en la palabra “todo”. Cesar hace una gran carrera eclesiástica pero
lo que ambiciona es una carrera militar, que es lo que tiene su hermano Juan (David
Oakes) como Capitán General del Vaticano. Juan demuestra varias veces que, al
contrario de Cesar, es un inútil. Otro tema es Lucrezia, la única hija.
Aparenta ser una adolescente soñadora y romántica, siempre al borde del incesto
con Cesar, que termina casándose con Giovanni Sforza, primo del Cardenal Ascanio
Sforza, en otra maniobra política para conseguir apoyo. Por supuesto, no es
feliz en su matrimonio y como digna hija y hermana, digamos que se saca de
encima al marido (en honor a la verdad, el esposo la maltrata bastante). El hermano menor, Gioffre, no es relevante por el momento,
aunque tambien es “casado” por conveniencia, y esto, sobre todo, favorece a Juan,
que vuelve a demostrar por qué nos cae pésimo (¡a mi por lo menos!).
La mujer
original de Rodrigo, Vanozza Cattaneo, la madre de sus hijos, es totalmente
apartada y debe mantenerse prácticamente oculta, al límite de no poder
participar de la boda de su hija, ya que no es bien vista por haber sido cortesana.
Obviamente el nuevo Papa conseguirá una amante (Giulia Farnese) lo cual no será
un secreto para nadie.
Los
problemas que todos tienen con Alejandro VI son varios. No lo quieren por la
madre de sus hijos. No lo quieren porque no es italiano. No lo quieren porque
no es “puro”. En fin, no lo quieren. Y el punto es que los que lo rodean, no
son mejorcitos que el, como queda demostrado cada vez que son comprados. Mediante
Cesar (el mejor personaje junto con su “asesino a sueldo” Micheletto) recurre
hasta el homicidio para no perder la posición conseguida.
Igualmente la
amenaza mas importante viene de afuera, con la peste y los ejércitos dirigiéndose
hacia el Vaticano, convocados y manipulados por el (ex) Cardenal Della Rovere
(Colm Feore) que, tras huir del Vaticano por no soportar el nombramiento y ciertas
actitudes del nuevo Papa, comienza a hacer alianzas para destituirlo.
Lo mas
relevante de esta serie, en mi opinión, es la sensación de incredulidad que
genera semejante violencia, tanto física como psíquica y espiritual, dentro de
un entorno religioso. Por momentos resulta lenta, demasiado intensa o
sobreactuada, pero si te gusto The Tudors, dale una oportunidad.
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