miércoles, 2 de mayo de 2012

Comentario The Big C 3x04 - Family Matters

“I’m the Mark Fuckerberg of the gay sex phone industry”

El tema subyacente en este episodio de The Big C es el control, o la ilusión de control. Los diferentes puntos de vista religiosos y new age con los que el programa ha estado coqueteando en esta temporada quieren convencernos que hay “un poder”, “algo mejor”, “una luz” que nos cuida o es nuestro destino o lo que sea, que si queremos algo hay que “demandárselo al mundo”. 
Bueno, yo he decidido tomar algo de control y dejar de ver y comentar The Big C. Claramente este programa, tal como está configurado esta temporada, ya no me interesa.
Y ojo, que este fue probablemente el mejor episodio de los cuatro de la temporada, pero tengo suficiente criterio como para evaluar cuando algo no es para mi.
Pero ya que lo vimos y tomamos notas, hagamos el comentario de despedida.
Abrimos con Sean y su negocio de sexo telefónico. Tengo que admitir que esta historia me parece absurda, y aun así, desopilante. Sean es como el Roger Sterling de la serie, ese personaje que tiene las mejores líneas y que da tan incorrecto no podemos más que quererlo. Resulta que Sean se encuentra con el verdadero Willie, de quién “tomó prestado” el negocio. Willie es Victor Garber y cualquier cosa con Victor Garber es buena televisión. Fue además una agradable sorpresa, porque hablando de control, cada vez es más difícil controlar que se sabe por adelantado de las series. Especialmente cuando como The Big C recurren demasiado a estrellas invitadas con cartel para sumar televidentes. Promocionar a la estrella invitada significa decir que papel va a representar, y en este caso, aunque se sabía que Garber iba a hacer una aparición, nunca se aclaró su papel. Una lástima que para el final del episodio todo haya derivado al patetismo, porque los primeros 3 minutos fueron de la mejor comedia que se vio en la serie.
Por otro lado, luego de su “revelación” la semana pasada, nos enteramos que Cathy, bastante sensatamente considerando su edad y su estado de salud, no quiere tener un bebé, si no adoptarlo. Me pareció una buena idea, así como la cuota de realismo sobre las posibilidades de adopción de dos cuarentones largos al borde de la muerte para adoptar. Me parece una pésima idea la resolución, con Cathy “demandando” al mundo lo que quiere tal como se lo indicó Joy (Susan Sarandon, robando cámara nuevamente. De lo bonito poquito, otro episodio más con Joy ya es insostenible). De hecho, esta resolución fue la que me hizo decir, “hasta acá llegué”.
Es cierto que también ya me venía incomodando la historia de Adam. Por un lado, sigue todos los puntos previsibles: claro que va a pasar algo con “la chica”, claro que ella quiere conservarse virgen, claro que como salió en todas las revistas la manera de mantenerse virgen y mantener contento al novio es ser... creativa sexualmente. Pero por otro lado el manejo de esa frontera entre tomarse en serio el tema religioso y mostrar a los seguidores como irracionales que se ponen “en manos de Dios” no tiene una resolución feliz, y tratar de dejar a todos contentos va a resultar en malos guiones. Gracias, pero no. 
Cerrando, Paul es un personaje que cumplió con su ciclo de vida, y la solución no es darle más preeminencia. 
Sinceramente le deseo lo mejor a la serie, porque hay talento real involucrado, pero no puedo seguir mirándola y todas las semanas escribiendo lo decepcionado que estoy. 
Gracias por todo, hasta acá llegué. 

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